Salimos de Madrid una noche en el último vuelo del día con Emirates, hacia Dubái, aprovechando así el hecho de que la diferencia de sólo dos horas con España, nos permitía llegar a primera hora de la mañana y aprovechar el día completo, aun a costa de dormir o o no durante el vuelo. Dejamos la maleta en el hotel y directamente nos dirigimos a visitar el Burj Khalifa. Previamente recorrimos el Dubái Mall, impresionante con más de 1.000 tiendas y donde se encuentra el acceso del público para visitar el rascacielos. Merece la pena visitar el Dubai Mall, considerado el más grande del mundo; entrando en la tienda Apple, hay una terraza con una vista excelente de la

fuente y merece la pena entrar a la tienda para sacar unas buenas fotos desde allí. Compramos las entradas para el Burj Khalifa por internet y subimos a la planta 125, donde hay una buena vista, aunque se puede subir también hasta la planta 145. Salvo que se vaya a primera hora, suele haber mucha gente incluso aún llevando la entrada comprada. Las vistas desde arriba son extraordinarias. Una vez abajo, cruzamos un pequeño puente que va desde el Mall hasta una zona con restaurantes al otro lado de la zona de fuentes, donde almorzamos por un precio razonable.

Desde allí tuvimos la suerte de ver el espectáculo de agua y música con la fuente. Después del almuerzo nos dirigimos a Madinat Jumeirah, que es un complejo de edificios, bares, restaurantes y tiendas con artesanía local, que recorrimos y donde tomamos un café en una de sus terrazas desde donde contemplar y sacar fotos del exclusivo hotel, Burj Al Arab.
El segundo día hicimos una excursión, contratada desde España con Get your guide, al desierto, que se inició con un recorrido en metros sobre un camello, no especialmente interesante y después vino lo divertido con unos 45 minutos de conducción individualizada en quads por las dunas. Muy divertido, aunque las subidas y bajadas de las dunas alcanzan ángulos muy respetables...el precio aproximado fue de unos 84 euros por persona.

Al llegar de nuevo a la zona del hotel, caminamos unos cientos de metros para disfrutar de las bonitas vistas de la Marina de Dubái, con unos preciosos rascacielos a ambos lados y que también cuenta con un pequeño Mall del mismo nombre y que merece recorrer. Cerca del mismo hay unos restaurantes atractivos, de distinta temática en el denominado Pier 7, caros en general, pero con buenas vistas sobre la Marina.
Ya después de almorzar en la zona de la Marina, nos dirigimos en taxi (no son especialmente caros y resultan fiables, casi todos los que tomamos conducidos por paquistaníes o indios, pero las distancias son largas) a la zona histórica de la ciudad, el equivalente al "caso antiguo", en concreto, Al Bastakiya que se compone del zoco, muy bonito y Al Fahidi, con calles pequeñas y bonitas que recorrer y muy diferentes de la zona moderna de Dubái. El taxi nos llevó hasta el museo de Dubai, donde no entramos, situado junto al edificio del Gobierno de Dubái. Desde allí recorrimos las calles y compramos algún recuerdo en el pequeño bazar (zoco), que nos recordó al de Marraquech con creaciones tradicionales y sin tanto artículo de imitación como hoy en día invade el bazar de Estambul. Merece la pena ver el mar con los barquitos que por 25 céntimos aproximadamente pasan de uno a otro lado.
El tercer día lo comenzamos muy pronto porque regresábamos a España a mediodía y aprovechamos para disfrutar de una mañana de playa. Desayunamos en un sitio muy apetecible llamado Eggspectation, focalizado en distintas preparaciones a base de huevos, donde probamos unos ricos huevos benedictine y el resto del tiempo lo pasamos paseando por la playa, muy tranquila, con respeto a los distintos tipos de ropa de baño y con una bonita vista del hotel Atlantis y de la noria que en aquel momento estaban construyendo.

Para cenar, la primera noche fuimos al famoso restaurante Nusr-Et, situado cerca del hotel Four Seasons fuera de la zona financiera. El ambiente era extraordinario, muy animado, pero nos sorprendió que no era sólo un sitio "turístico", sino que la comida, básicamente cortes de carne que preparan con cierto "ritual" que hizo famoso al dueño del local, estaba muy buena. Evidentemente, se paga la calidad y el ambiente, aproximadamente unos 100 euros por persona. Hay que reservar con bastante antelación.
La segunda noche cenamos en un restaurante que nos habían recomendado, Zuma, igualmente extraordinario pero con un ambiente diferente, muy cosmopolita, como todo Dubái, pero más elegante y tranquilo que Nurs-Et. El precio medio similar al anterior, aunque en este caso nos llamó la atención especialmente el precio del vino, donde un par de copas de vino normal, superaban los 20 euros. En la parte superior tiene una zona de copas muy agradable. Está situado en e distrito financiero, curiosamente, también al lado de otro hotel Four Seasons. En la misma zona hay otros restaurantes que parecían atractivos.
Un viaje extraordinario, bonito e interesante. Dubái sigue construyendo carreteras y rascacielos y acogerá la exposición universal a celebrar en 2021, tras su demora por el COVID, dado que estaba prevista para octubre 2020. No descartamos regresar...
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